A
veces llegan cartas que de amor se escriben, que cuentan historias y que
expresan dolencias, otras que lloran soledades y que llaman las presencias;
está como muchas otras cartas, expresa sentimientos de un momento que por ser
presente no conjuga los pretéritos porque es un sueño que despierto vive y que
no se duerme por que no hay almohada y que no descansa por que no se cansa y
que se atesora en el canto de la vida.
Se
congrega tu vida en mi alborada, con el cantar de un poema que se queda como el
vestigio de un sol que se mantiene y que se teje con las hiladas de una
historia que se escribe, sin vivirla, por que es un sueño como la vida misma,
que desde su mismo génesis concibe los momentos que anhela y que los va
guardando en el mar de las bondades.
Un inmenso amor que se afianza en la
tierra de las ilusiones para que brote en la piel el divino misterio de su
gracia, como un cuento de hadas en la cúspide del verso; se respira distancia y
se expira presencia, se batallan instantes y se conquista un idilio, recogiendo
los besos que en los labios proveemos y las caricias que en las
letras entregamos, con el amor mágico de una profecía de dos vidas que unidas
en un mismo pensamiento se acompañan.
Nos abrimos a un mundo sin agobios para
mirar a un mismo horizonte desde dos distancias en una misma alma y por un mismo anhelo.
En
esta vida de la mano caminamos, como dos niños embriagados de alegría, sin el
tiempo a cuestas porque no existen los relojes, ni el tiempo en pasado se detiene, navegamos en un barquillo de papel en el murmullo y pescamos besos en el mar de la dulzura donde la vida se adoba en el
sueño en que navegan dos almas que se aman.
Te llevas en mi sueño y me permites en el tuyo refugiarme.
Laura Gil
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Muchas gracias por tu tiempo, saludos cordiales.