Ganamos el fruto que alimenta el alma,
aquella simiente que entregó esta vida
con el nuevo hormento en el transitado
crepúsculo, matizado y estridente.
Que vertió un camino de quimeras
en las plegarias sonrientes del recuerdo
que nos aman y nos llaman
a un mundo boreal de sentimientos.
Vamos transitando en la noche alegre
unidos de las manos aún lejanos
perdidos en nosotros fundidos en la espera
hasta que el alba nos sorprenda.
Alegre, sensitiva, cercana y tan lejana.
entonces, me preguntas ¿Dónde, cuándo?
Todo a su tiempo en su momento
cuando despiertes y me digas, ¡ya te fuiste!
Laura Gil
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