Este río bruñido que brota de mi alma
converge en el espíritu de tu abismo
más allá de las montañas de mi valle,
se asoma el espejo que enlaza horizontes.
Una dicha incorpórea me enaltece
en las orillas diáfanas que discurren
entre los dedos del aire y sus riberas,
y en las brisas que acarician mis laderas.
No lograré jamás posarme en las yemas
de tu corpórea existencia, pero más allá
de la intangibilidad de los designios
nos guía una hada que alumbra los anhelos.
Con el hachón del alma segaré barreras
y surcaré los espacios circundantes,
de la inmortal ausencia que gravita
en la atmósfera que sin ti se rompe .
Por eso, en esta noche con las hiladas
de mi suspiro alboreado, abrigaré
tu pecho adormecido, estarás aún distante
en el escudo protector de mi respiro.
Estarás en el espejismo apacible
y en el embeleso vivo de mi sangre,
alucinaré de cerca a tu almohada
y nunca más cerraré mis pestañas añadas.
Laura Gil
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