Duele la omisión
que vivió la vida
por el
recuerdo que quedó oculto
en el rincón
oscuro del olvido.
Arde vernos viejos sin sentir la vida
sin percibir
los aires de los años
que pasaron besando a su amaño.
Duele el descuido de la esencia
donde nos
alejamos de los nuestros
y pescamos
en otros mares los sueños.
Arde esta senda mantenida
en el apego
del abrigo ajeno
y el
descuido de la propia estirpe.
Laura Gil
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