Eres el aire que todo conquista
la presencia
que en mis poros penetra
un oxígeno
que a mis venas activa
quien devora e incentiva la vida.
Por
cada aurora vivo y muero
en el instante en que no puedo tenerte
en la llegada en que me apresas
para acompañar mis esperas salobres.
Quien matiza
las sombras en grises
y reanima
la corriente en que muero
que
entrelaza en las entrañas sus venas
y besa
en sueños mis ojos soñeros.
Quien
descansa en las orillas de mis dunas
al asistirme
la nostalgia en la ausencia
el que me eleva en sus manos de ángel
y muere
a mi lado mientras vivo de vuelta.
El querubín
celestial en mis desvelos
ese guardián
de mis quimeras de reina
el palpito
de esta vida que no quiero
quien
inmóvil me susurra que la quiera.
El tormento
de este amor que padezco
desde aquel
día que mi ser cautivaste
dando la
lucha por un amor prohibido
por quien muero y revivo mil veces.
El anhelo
que sucumbe al pensarlo,
el paisaje de mis pestañas dormidas
te aclamo en mis labios de rosa
al percibiste en
los paisajes de otoño.
Mi vida por
este amor vela en silencio
en la sombra
de sus brillos revivo
quien
palpita en los suspiros del tiempo
y navega
al alegrar mis pesares.
Laura Gil
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