Se
devela el día en el crepúsculo sonoro, trinan las aves y sosiega el aire, se
enciende la vida y un aleteo de mariposa acompasa el susurro del viento; la
esperanza despunta en el alba, perfilándose el recuerdo de aquella tarde cuando
entre los tostados ocres llegó la ilusión que faltaba en la estación presente.
No
hay nada más que decir, todo ha quedado dicho en la promesa que se funde en el
pensamiento, en ese instante en que se preñó la palabra, la que hoy se torna
almibara en la caricia del alba.
Quiero
ascender a la cumbre del collado para divisar desde la cima, la verdad que
despliega la voz en el verso que brota en la simiente del momento habido, mis
sentidos confluyen para recibir esa brisa que me entrega el eco del recuerdo y que
penetra hasta las entrañas del alma, donde se diluye el sentimiento y entonan
los acordes de las semifusas doradas del ensueño.
Hoy
mi alma está apacible y evoca el momento en que la palabra se fundió y navegó
entre los cables del espacio para llegar a la dimensión de la presencia que
fecunda la semilla de este amor.
El
viento de la libertad ciñe mi rostro, acaricia el velo de su brisa y me entrega
en un murmullo un "te amo", que viene a mí, sediento de respuesta en las
alas del sentimiento que vuelan livianas hacía ti, discurren las brisas de
aquel imposible que emprende el ascenso al horizonte para entregar el rescate
del amor en abundancia.
Aquí vamos juntos en esta quimera que divaga en la fantasía, hoy la mañana nos perfuma el respiro y llega el halo florido que entrega los
aromas de las blancas margaritas que acarician el alma con el frescor del
viento y el calor del astro que despunta imponente en el horizonte.
¿Quiénes
somos para recibir tanta refulgencia, tanto gozo que penetra hasta las entrañas
del alma y nos deja gozar de este momento mágico de alumbramiento matutino?
¿Merecemos acaso contemplar tanta exquisitez a cambio de la imperfección humana
que nos arrastra al declive del sentimiento vedado?
Es
tarde ya para nuestros espíritus mortales, para dejar de amar, hemos soltado la
fiera del amor que emerge desde la médula del alma, y nos arrastra al
insondable abismo, donde la secreción adictiva del ensueño nos pide alimentar
este sentimiento prohibido.
¡Oh
sol mañanero, tu hormento aliena el éxtasis que hoy sucumbe a mi razón, no habré
de buscar las razones para entender lo inefable!
En
este instante de regocijo se vislumbra solo la luz del ensueño, la luz de la
exquisitez que entrega el alba, que entrega el amor con todo su esplendor.
¡Oh tibia mañana! eres la rúbrica que unge mi alma y me entrega
la libertad que ciñe mi espíritu y lo delega al embeleso de la juventud que
habita en este día incipiente que acompaña mis mañanas sin sol y mis noches sin lunas en la libertad de vivir esta vida que no es mía y que agoniza bajo el yugo de
la soledad.
Pero
tu luz resplandece y arranca de un tajo las máculas de la noche y extiende un
abanico de matices amarillos que vuelan entre las alas de mis deseos y danzan
entre los hilos de la fantástica ensoñación, el día ha de ser eterno para que cuando
llegue el crepúsculo de este amor, sus dorados recuerdos alimenten la noche y
resplandezcan como estrellas en el cielo y entonces, solo entonces será el
recuerdo la guarida de este amor que vivió en la luz de este día.
Laura Gil
Solo puedo decir que no puedo decir nada, me ha dejado sin palabras tan hermosa narración.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado... Recibe un saludo y un abrazo mi amigo Ángel...
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