Hasta que tú llegaste,
no había en mi alegrías,
a mi vida trajiste,
pasiones y picardías.
Cruzando los pasillos,
con cuadernos entrenotas,
estudiando los libros,
el amor nació a gotas.
Solo había tu presencia,
y con ella igual la mía,
beso iba y otro venía,
todo nos estremecía.
El beso en aquella banca,
fue como otro ninguno,
yo vestía falda blanca,
tú, un dril verde aceituno.
Tú, temblando quedaste,
y yo me doble de susto,
en la historia marcaste,
a septiembre un mes augusto.
Fueron pasando los días,
entre lecturas y quises,
mientras de las tuya hacías,
hasta que al fin yo te quise.
En un lustro de vida,
se creció el amor mío,
no hemos pensado en la huida,
magno es nuestro amorío.
La cuarta parte de un siglo,
cumplen los libros aquellos,
como recuerdos de un templo
hoy, que sería sin ellos.
