Extrañeza es verle lejano
al abrir mis pasos sobre el viento,
mirando de espaldas el paisaje
para fundir sus ojos en los míos.
Ese beso que ha dejado en mis letras
recrea el sabor de la ventura
el deseo de acogerme en sus brazos,
una cálida estancia que alimenta.
El sueño de un hada en cautiverio
que libera la adrenalina de su tiempo
más que una semilla al viento
para renacer en mi propio albedrío.
Laura Gil
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