En la aridez que me acoge
atada al bejuco del recuerdo
exenta de la savia del amor
brota el veneno en su ramaje
muere la ilusión ¡Oh dolor!
Mis hojas que marchitas
debilitaron los frutos,
el silencio fue el olvido
brotan los rocíos de mis penas,
caen las raíces de mi estirpe.
Te ocultaste en la sombra
vertiendo riegos y gozos
en las sendas de otros dueños
te cubrieron de espinas
olvidaste el camino a mi campiña.
Mis retoños se marchitaron
quedaron granos sueltos
el humus fue rocío
con la lluvia de mi alma
que despuntó nuevos sueños
en el brillo de la aurora.
Laura Gil
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