En la llanura de danzantes trigales
dormía el oráculo con los cantos del día
descansó el tiempo al quebrar la brisa
y con ella el vértigo de las emociones.
Sonaron campañas del silencio en secreto
y en mis neuronas busqué su recuerdo
en el imposible de tenerle cercano
le pedí a la aurora que su luz me trajera.
Entre sus rojizos se formó su imagen
esculpida y perfecta en mármol de Ángel
entre los fulgores que el astro nos trajo
nos habló la autora y brilló el ocaso.
Laura Gil