Si el frío fuera dueño de la noche
no tendría que calentar el vacío,
nos amaríamos en un puñado de pan
a la espera de sentir la tibieza
que sabe a la dicha de un viaje.
Andaríamos de la mano del tiempo,
para recorrer el malecón de la vida,
con la sonrisa sabor a deseo,
nos deshojaríamos al desnudo
en sábanas magras de canto.
Todo quedaría en la ola del viento
que sabe a lo nuestro
en la extrañeza de un beso
que no olvidan que aún somos
aunque el pasado sea un tótem.
Laura Gil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu tiempo, saludos cordiales.