sábado, 10 de enero de 2015

ACOMPAÑAME







Acompáñame en esta travesía
que devora el tiempo en un suspiro
para entrar en nuestro mar de avideces
o en la laguna blanca que me ahoga.

Quiero remar contigo en mis mareas
en las aguas que bañan el antojo
que recorren las mieles del silencio
en el instante ansiado que provocas.

Ese momento que transporta el tiempo 
y vierte los caudales del anhelo
en las playas que entregan nuestros besos
cuando en sedas asciendes a mis cumbres.

¡Cuánto deseo escondo en mis adentros
guardado en las laderas de mis aguas
en las corrientes rojas de mis venas
hasta el centro del fondo de mi pecho! 

Me enloquece tu tesoro escondido
aquel cincel de fuego que se funde
que se clava en la boca del arrojo
al sentir ríos de luz entre quimeras.

A la orilla del mar arde esta vida
con el calor que entrega la caricia
que irriga tus filones y los míos
para absorber las mieles que reposan.

Laura Gil 





ME ARREBATAS






Le arrebatas un suspiro al aire
en el instante mismo en que lo vierto
al momento en que vuela mi alma silenciosa
en las partículas que expele mi respiro.

Cuánto amo esa brisa que arrebata
el hálito y me llena de tu esencia
en la que guardo tu aire y lo respiro
llenándome de ti en un chasquido.

Me arrebatas el viento que me roza
te cubres con él y me arropas
despojas mis velos entre vuelos
y enredas mis cabellos en tus dedos.

Laura Gil


TE QUIERO



Sin pensar llegaste ahora
como aquella luz que enciende
las quimeras dormidas
como la vida que nace
como la muerte que espera.

Te amo en la eterna tristeza
y te amo en todos mis tiempos,
cuando la sombra me abriga
cuando la luz me acaricia.

Te amo donde se hace eterna la vida
en la muerte te amo en el perenne suspiro, 
que cuando muere renace.

Laura Gil


viernes, 9 de enero de 2015

DOLOR LÍRICO (Prosa 14)





Se descubre la noche en el dolor que ciñe mi pecho, contemplo las luciérnagas en el cantar de su brillo y un destello a lo lejos espolea en la inmensidad del sigilo. 

Llegan los recuerdos del olvido que guardo en la sonoridad que aletean añoranzas de aquellos momentos que han dejado golpes en los acantilados del alma.   

Se fructifica el silencio en la estación reciente de mi éxodo, mutismo que permite adentrarme y contemplar la imperfección de la esencia humana. Un rayo de floración estalla en mi corazón y se enciende mi cielo, se hace fuego en la nostalgia que incinera el dolor que vierte aires sensuales que esparcen una dulce melancolía.

Un estado excelso en el crepúsculo del espíritu que me entrega quimeras de inspiración y me resguarda de la locura inminente para admirar la sensibilidad del estado sensible que entrega el día. 

Melancolía que se ama, tanto como se aman aquellos seres en cuya compañía hemos llorado y que en la paradoja de la vida son los que más amamos.   

Es esa dolencia la más beligerante de las emociones del sentir humano, cuando se vuelca el alma a la sensibilidad que entrega el ser, de ahí, que solo podamos decir que hemos vivido un amor, si también por él  hemos sufrido.

En el dolor se crea la poesía y germina la elevada ensoñación, cada experiencia dolorosa es una mina de cantos que entrega un manantial sinfónico que brota desde las entrañas profundas del respiro.  

Cada dolor es grande en la magnitud del ser que lo padece y conlleva al mismo estado elevado del alma, un sublime éxtasis que decanta la palabra hecha bucólica, pero que solo aquellos que se aferran a la sensibilidad estética la dejan fluir en un río lírico.

Entonces, me adentro en mi silencio y lo amo, tanto como amo el dolor del alma, mi exquisita melancolía, ánimo sublime, ensoñación lírica del espíritu sonoro hecho verso, y germina mi jardín interior, florecen mis quimeras guardadas, y brotan de mis sueños begonias ambarinas y del olvido abedules azules, me hablan las rosas y las cosas me besan, las piedras ocultan mis penas, se borda mi cielo y me canta la luna y el sol me abraza y discurre un manantial cristalino de genuinas impresiones mortales del sentir místico del alma, ánfora que guarda las cenizas de las devociones que ya no están en el esplendor de su fragancia.

Laura Gil 


RESGUARDO



Llegaste en medio del desierto de mi vida
en la vertiente del sol, todo a su tiempo

cuando la serpiente reposaba tranquila
y emergió en mi corazón un alto templo

apacigüé, mis pesares y abandonos
te amé, en el instante mismo de tu aurora

regresaron los sueños en que éramos
del mar sus misterios y arrecifes

con el delfín rosado que nos hablaba
de ti de mí y de los anhelos lejanos

me trajiste tu alma cargada de albricias
a manos amplías en cántaros de oro

entendí que eras de mis venas la sangre
y de mi adentro mis células pretéritas,

entendí que el viento no trae ilusiones
y que las nubes no drenan los olvidos

jubiloso llegaste en el día justo
cuando la nieve absorbió los brillos

disolviste el frío que a mi piel quemaba
y fui siesta en los albores invisibles

te amé tranquila como niña perdida
en el bosque con el lobo que la guiaba

fuiste mi primavera, con hojas roídas
y la flor con el néctar de mis consuelos

como mariposa me posé en tus sépalos
bebí de tus estambres las mieles suaves

me llené de ti, de amor almibarado
y volé hasta que me resguardé en tu alma

fuimos dos, fuimos uno y nos tuvimos
hasta el fin de los confines y sin fines.

Laura Gil