En mis células viven tus recuerdos, aquellos que me
entregaste en versos llenos de amor y de entusiasmo y que motivaron a mi ser a
entregarse sin escrúpulos, a doblar mis tiempos y mis sentimientos para
abrigarme en el refugio de tu alma.
Pero todo necesita tiempo en la transparencia del cristal
que revela las imágenes de la realidad que ocultamos en las retinas
del espíritu, nada se consigue sin el sacrificio que conlleve a
la valoración acertada de lo que nos entrega la vida en la amargura de las interminables luchas.
Escribo a tu alma distante y no por los vientos que nos
separan, si no por la distancia escogida y aceptada por ambos, la que
consideramos era la mejor para dilucidar esta dicotomía en la que nos sometimos
sin proponérnoslo y como bien lo acordamos se ha vuelto insostenible.
No
podemos seguir navegando entre aguas de diferentes mares, de seguir así, será
el naufragio seguro del Titanic de nuestro amor.
No sé a donde lleguemos, ni a donde me conducirá esta
embarcación en la que hemos zarpado, aun así he de confiar en su capitán y al
timón de la oportunidad que bien merecemos todos.
No podríamos perdonarnos de seguir bajo esta sufrida situación, no es justo para ninguno, no soportaría seguir bajo el manto protector del engaño.
Nadie es perfecto, cada error y cada sufrimiento, reclamo
o exigencia, es merecida en el faltante
que va quedando en la caja menor de las diferencias contables.
Las dudas han nublado muchas veces nuestro juicio y por ello
tantas acciones erráticas que solo buscan desentrañar lo que realmente se
fragua entre la oscuridad que trae las ilusiones ajenas.
No voy a negar que me aturde la decisión que
hemos tomado pero ambos la necesitábamos para poder elevar nuestro amor a la
altura de lo eterno. Era imperativo hacerlo y por ello este sacrificio nos
redime a la etérea fusión de nuestras almas.
Laura Gil
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu tiempo, saludos cordiales.