Las reminiscencias vibran
en cada ángulo obtuso del vacío
navegamos en una nave sin un norte
que olvidó su brújula en el muelle.
La soledad destila en mis entrañas
con la sangre que se diseca poco a poco,
todo vive en el instante en que el recuerdo
se congela con dolor en la memoria.
La angustia muerde la paz
arranca entre suspiros penitencias
se resiste a aceptar que no es posible
seguir en la alborada a la espera.
¿No sabes acaso alma mía
que todo lo que anhelas,
que todo lo que anhelas,
no es del cielo lluvia de bondades?
La tristeza de la mano de la suerte
cae del cenit con el granizo del olvido.
Laura Gil
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